En semanas pasadas el Comité Permanente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba se hubo de dirigir al Director de la revista “30Giorni” con el objetivo de puntualizar algunos contenidos de la entrevista realizada por dicha publicación al Embajador cubano ante la Santa Sede.
Transcribimos
a continuación la misiva del Comité Permanente, que apareciera publicada en “30Giorni” (No. 5, 2003).
Honorable
Señor Giulio Andreotti
Roma
Sr. Director:
El Comité Permanente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba ha dedicado particular atención a la entrevista realizada al Sr. Embajador de Cuba ante la Santa Sede, que bajo el título “La Isla non è fatta per l’isolamento” publicada en la revista que Usted dirige, en el Nº. 3, Marzo de 2003. En ella encontramos algunos conceptos que sentimos la necesidad de comentar, por lo que rogamos sean publicadas próximamente las siguientes consideraciones:
El Sr. Embajador ha afirmado que en Cuba “existe una absoluta libertad religiosa”. Se refiere a la libertad de culto, que gradualmente ha sido mejor entendida por las autoridades. Sin embargo, la libertad religiosa es mucho más amplia en sus exigencias pues abarca la presencia pública y la manifestación de la fe, iluminando diversos ámbitos de la vida e incidiendo abiertamente en los criterios de acción que orientan el comportamiento ético de los creyentes y que se proyectan abiertamente sobre su conducta social. Estos aspectos en nuestro país tropiezan con numerosas limitaciones, un ejemplo de ello es la imposibilidad de los padres para elegir el tipo de educación que desean para sus hijos.
Todo lo anterior es para la Iglesia una experiencia continua de trabajos adicionales, estrechez, dificultades innecesarias y malestar, además de un intento de control sobre su vida ordinaria.
Algo similar podemos decir respecto de otros consagrados. Las comunidades religiosas femeninas se redujeron de 158 a 43, las masculinas de 87 a 17. Cerca de 2000 religiosas trabajaban en Cuba en 1959, quedaron unas 200 durante muchos años, llegando en la actualidad a unas 600, cifra muy inferior a la del año del triunfo de la Revolución, para una población que casi se ha duplicado.
Las dificultades para la entrada a Cuba de sacerdotes y religiosas no dependen de coordinaciones o prioridades al interior de la Iglesia, sino de que cada solicitud es sometida al riguroso y lento proceso de aprobación por parte de la Oficina de Asuntos Religiosos, el que no siempre concluye favorablemente para la Iglesia.
Las Instituciones Asistenciales de la Iglesia en Cuba en el año del triunfo de la Revolución eran cerca de 70 hoy son solamente 11.
Desde
1997, el Gobierno cubano ha exigido insistentemente a la Conferencia de Obispos la inscripción, en un registro
del Ministerio de Cultura, de dichas publicaciones, pero estas publicaciones no han sido registradas aún,
pues el Reglamento del Registro Nacional de Publicaciones Seriadas, que define la necesidad de “garantizar un control
centralizado y efectivo sobre todas las publicaciones”, es tan minucioso en sus regulaciones como para decidir si se puede cambiar o no el perfil
temático, la frecuencia de salida, el número de páginas, o la tirada de una publicación.
La Iglesia cubana no se “obstina” en no querer registrar sus publicaciones. Hemos comunicado a las autoridades pertinentes nuestras inquietudes sobre estos excesivos controles. Nuestra intención de lograr un diálogo al respecto no ha fructificado.
7. Dadas las políticas hostiles y discriminatorias hacia la religión,
y hacia la Iglesia Católica en particular, que estuvieron manifiestamente acentuadas hasta la década
de los 70s, creció el número de personas que canalizaron sus inquietudes religiosas mediante prácticas
sincréticas, no públicas, sin necesidad de acudir a los templos que permanecían vigilados.
A ello se añadió la promoción oficial desde el punto de vista cultural, folklórico
y turístico de esas manifestaciones sincréticas afrocubanas, llegando a presentarlas como “la religión
de Cuba”, a cuya difusión alude el Sr. Embajador. Pero aún así no compartimos la opinión
de que éstas, junto al espiritismo, sean la “religión” predominante en el pueblo cubano. Junto a
los católicos de práctica religiosa más ilustrada y constante, existe un amplísimo
número de personas que viven una religiosidad popular católica, sin mezcla de religiosidad africana
ni espiritismo. Aún estas personas de religiosidad sincrética a las que nos hemos referido, solicitan
ser bautizados según el rito católico, conocen y rezan las oraciones de la Iglesia, piden misas por
sus difuntos y muchos se consideran, ellos mismos, católicos.
8. En una entrevista con varias agencias de prensa el pasado mes de febrero, el Sr.
Cardenal Jaime Ortega dijo literalmente que la Iglesia no apoyaba el Proyecto Varela ni ningún otro proyecto
político, pero que la Iglesia sí estaba por la libertad de conciencia y el Premio Sajarov fue entregado
al Señor Payá por su ejercicio de la libertad de conciencia. Por esto el Sr. Cardenal escribió
una carta de felicitación al Sr. Oswaldo Payá, al conocer que había sido elegido para recibir
el premio del Parlamento europeo.
En estas consideraciones no hemos abordado
otros tópicos en los que el Sr. Embajador ha expuesto el pensamiento oficial del Gobierno cubano y que no
se refieren directamente a la Iglesia católica.
Señor Director, agradecemos la amable atención que su revista brinde a las consideraciones precedentes, las que estimamos necesarias para una mejor comprensión de la vida de la Iglesia en Cuba.
Atentamente,