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“No hay Patria sin virtud” Carta Pastoral
del Eminentísimo Señor Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La
Habana, en el 150 aniversario de la muerte del
Padre Félix Varela. A los
sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, fieles cristianos de la Arquidiócesis de La Habana y
a todos los cubanos de buena voluntad. |
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Queridos hermanos: En el aniversario 150 de la muerte del Siervo de
Dios Félix Varela quiero dirigirles una carta pastoral que, al ser acogida
por ustedes, sirva de homenaje al cubano que, según el decir de su
discípulo José de la Luz y Caballero “nos enseñó primero a pensar”1, o si desean seguir la intencionada inspiración del recordado Arzobispo de La Habana,
Monseñor Evelio Díaz, pueden también decir que fue: “el
primero que nos enseñó a pensar en cubano”. El legado del Padre Varela: Dios
ante todo. 1 De
hecho el pensamiento de Varela se volcó sobre Cuba, su Patria amada, y sobre
el futuro de esta tierra a la que brindó verdadera devoción. Fue el Padre
Varela hombre fundante, junto con otros de la estirpe del colegio-seminario
San Carlos y San Ambrosio. Sacerdote preclaro, de vida santa, no veía ningún
modo de abordar el mundo y el quehacer de los hombres en él, que no incluyera
una postura ética ante la realidad y no concebía otro fundamento para la
ética sino la fe religiosa, asumida personalmente y respetada socialmente. “No hay duda
-decía Varela- que las instituciones políticas y las leyes civiles sirven
de protección y de estímulo, pero no bastan para consolidar los pueblos...2 el freno santo de
la religión es el único que puede subyugar las pasiones humanas”3. “¡Qué feliz sería la sociedad, si poniendo freno a
las pasiones y obedeciendo a una ley divina, se guiasen los hombres por los
sentimientos de justicia y de amor mutuo!”4. 2 El
pensamiento del Padre Varela sobre Cuba, los cubanos y la fe religiosa se
halla resumido en la más conocida de sus citas: “no hay Patria sin virtud,
ni virtud con impiedad”5 .
Es bueno destacar aquí que la
palabra impiedad, en su acepción original de la lengua castellana, significa
actitud displicente, irreverente o descreída hacia Dios y la religión. Por
eso muchos, queriendo con justeza hacer comprensible el pensamiento de Varela
a nuestros contemporáneos, formulan la afirmación del sabio presbítero de
este modo: “no hay Patria sin virtud, ni virtud sin religión”. No
sería tampoco atrevido decir: ...ni virtud sin fe ni amor a Dios. El
Padre Varela considera la fe en Dios como piedra angular del edificio social,
su ausencia en el corazón del hombre acarrea muchos males. Así lo expresa él
mismo: “Sólo hallándose el hombre privado de todo temor de Dios, puede
despreciar su ley divina, desatender los dictámenes de la conciencia y
arrojarse como un tigre sobre sus semejantes para devorarlos”6.
Aquí hace referencia Varela, sin
mencionarla, a la impiedad en su acepción más común, como comportamiento
personalmente malo y duro hacia el prójimo, que él considera que tiene su
origen en la falta de fe en Dios. La Patria. 3 Pensar primero, pensar en cubano, pensar a Cuba, es
el testimonio histórico de Varela que las generaciones actuales no deben
pasar por alto. El hombre de pensamiento que es el Padre Varela, merece el
homenaje que le brindamos en la hora presente si ejercitamos nuestra facultad
de ver la realidad según su metodología, que va más allá del frío análisis,
para ensanchar la mirada con la fuerza del amor. “El amor es quien ve”7,
diría más tarde Martí y Varela había descrito de este modo la Patria que él
soñaba: “No hay sociedad perfecta sin amor perfecto”8.
Así se inclinó sobre su Patria
cubana el Padre Varela: pensando en ella con amor. 4 Es
derecho y deber de todo cubano contemplar a su Patria con amor, pensarla con
criterios éticos que tengan como marco iluminador la mirada amorosa de Dios
sobre el mundo, que incluye a Cuba y su historia. Si nos decidimos a asumir
nuestro papel de cubanos pensantes es bueno recordar a nuestros hermanos que
al pensar rectamente según la ética propuesta por el Padre Varela, sustentada
en la verdad, quedamos comprometidos a dejar la mediocridad y el adocenamiento y a practicar la virtud. La virtud. 5 Los valores nos mueven a actuar en el sentido del bien, pero hay
mucha ambigüedad y miseria en el ser humano para que el simple hecho de
presentarle un valor baste para que ese valor sea asumido e incorporado a la
vida. Es necesario, pues, ejercitar la virtud. Virtud significa fuerza,
fortaleza. Sólo por el esfuerzo, esto es, ejercitándose en su cuerpo y
sobretodo en su espíritu, se hace capaz el hombre de asumir los valores que
exigen vencerse a sí mismo. La invitación del Padre Varela a la virtud es un
llamado al cubano, especialmente a los jóvenes, a hacerse fuertes, fuertes de
espíritu, poniendo por fundamento de su vida la fe en Dios. 6 Este llamado
lo quiero repetir ahora como Obispo y Pastor y como cubano, especialmente a
las jóvenes generaciones, que deben hacerse firmes por la virtud y aprender
a mirar el mundo desde la elevación adonde nos
conduce el amor de Dios: es la altura del ideal, del esfuerzo, del
sacrificio. Que los jóvenes se decidan por
la virtud. 7 Queridos jóvenes: tienen que resistir al vaho
decadente del mundo, que viniendo de abajo los puede envolver. Reafirmen sus
pies en la altura de un ideal moral que los consolide como hombres y mujeres
capaces de mirar alto y lejos. Resistan a las tentaciones de una vida llena
de placeres fáciles, inmediatos, pero fugaces, donde falta un proyecto
portador de felicidad fundado en el amor. La permisividad sexual, las
relaciones tempranas que queman las etapas del enamoramiento y del amor
verdadero, no preparan para fundar matrimonios estables y duraderos, familias
donde la vida pueda crecer en la seguridad y en el gozo del amor compartido,
y sin esto no hay felicidad. 8 No
es cediendo a todos los deseos como se preparan un joven y una joven para los
retos de una vida adulta; por otra parte, las virtudes son solidarias en el
alma humana. Esto quiere decir que las virtudes crecen juntas y los vicios
también. Así por ejemplo, quienes son firmes y tienen una postura moral bien
definida con respecto a las relaciones de amor entre el hombre y la mujer,
tendrán firmeza también para hacer frente a otras tentaciones, muy presentes
en nuestro medio actual, como son el consumo abusivo de bebidas alcohólicas y
aún de drogas. La extensión del uso de drogas en gran parte del mundo, ahora también en Cuba, tiene sus
promotores en delincuentes perversos, pero sus mejores aliados son la falta
de sentido para la vida, el derrotismo y una postura ante el mundo habitualmente
débil por parte de jóvenes y adultos. Sería de una superficialidad
imperdonable pensar que, para que el joven o la joven se alejen de la bebida
o de la droga debe al menos propiciarse el desahogo de sus pasiones sexuales,
tomando sólo precauciones contra embarazos o enfermedades. La experiencia
demuestra que sexo, alcohol y droga se entrelazan peligrosamente. No se
resignen como jóvenes a este pobre ideal de juventud, que lleva en sí tantos
riesgos, el primero de todos: no hallar nunca el verdadero amor. No
creas que la libertad consiste en actuar según tus deseos. Dejo la palabra al
Padre Varela: “Medita ... sobre las
doctrinas destructoras de la libertad humana, examina su origen, y verás que
sólo tuvieron por autores, y sólo tienen por partidarios, a los impíos, que
no pudiendo superar sus pasiones se declararon esclavos de ellas”9. Actualidad de Varela. 9 Al
referir estas cosas es como si evocara al Padre Varela escribiéndoles a los
jóvenes cubanos de este tiempo, como escribió él a su ideal discípulo Elpidio en la etapa de la historia que le tocó vivir.
Porque Varela se ocupaba de la Patria y sabía que su futuro descansaba en las
manos y en los hombros de la juventud, por eso les pedía a ellos virtud, pero
virtud integral, aquella que compromete toda la vida. La permisividad no lleva esfuerzo,
desconoce el sacrificio y así no se favorece el desarrollo de la vida social,
ni se forja la Patria, se produce más bien la postración moral, que trae
consigo la falta de entusiasmo y la desesperanza. Hago llegar a ustedes,
queridos jóvenes, el llamado del Padre Varela a un compromiso ferviente con
la Patria: “Diles que ellos son la dulce esperanza de la patria, y que no
hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad”10. 10 Como fuente de esperanza les propongo el Evangelio
de Jesucristo. En él bebió Varela su saber más hondo. Leído y meditado él nos
sitúa en una cumbre del espíritu desde la cual el mundo real se nos revela
bajo una nueva luz: allí se descubre que el pasado, con todas sus miserias, sirve
de algo; que el presente tiene urgencia de nosotros y que el futuro no es
forzosamente sombrío y se construye hoy con nuestras manos. A los cinco años de la visita
del Papa Juan Pablo II. 11 Este
año se cumplen cinco años de la visita pastoral del Papa Juan Pablo II a
Cuba. El quiso venir a nosotros como mensajero de la verdad y la esperanza
y sus palabras resonaron con fuerza en nuestros corazones. Sin embargo,
tenemos tendencia a olvidar la verdad que “nos hace libres”11,
al decir de Jesús en el Evangelio, pero que resulta comprometedora. La
esperanza es una virtud, es una especial fortaleza de espíritu ante el
futuro, que nace de la confianza en Dios. Debemos pedirla a Dios en la
oración y cultivarla cada día. Si no, retorna la desesperanza, el cansancio,
la monotonía. Con mirada cansada y sin aliento de vida no se puede contemplar
el mundo, un mundo lleno de retos, vacío a menudo de valores. El Papa se
dirigió en Cuba a los jóvenes y a las familias y nos habló a todos del bien
de la Patria. Con desesperanza no puede la juventud forjar su futuro, ni se
puede pensar cómo hacer que reine en la familia cubana armonía y estabilidad.
Tampoco podemos con desesperanza mirar a Cuba, la Cuba de hoy y la de mañana,
que todos, pero especialmente las nuevas generaciones, tienen que construir. Empezar a pensar. 12 Para llegar a esta edificación de la Patria, en la
cual todos debemos participar, es necesario seguir el consejo de Varela: primero
empezar a pensar. Este no es únicamente quehacer de pensadores, de intelectuales,
de políticos, sino de todos los que hemos nacido en esta tierra y la llevamos
en el corazón. 13 Existen,
evidentemente, buenos escritores y poetas cubanos que pueden abrir brechas en
este campo, pero si nos detenemos en el lenguaje a veces intencionalmente
críptico de sus poemas, de sus novelas, de sus escritos, hay grandes zonas de
frustración, de vacío, de reclamos sordos, que difícilmente llegan a esbozar
senderos de futuro. Sucede algo parecido en nuestro cine, aún en los lances
cómicos de muchos filmes parece latir la queja, o se descubre un envío a algo
más serio que se quiere decir. Son así también las canciones de no pocos
trovadores jóvenes o no tan jóvenes. La extraordinaria creatividad del cubano
aparece contenida y brotando a un tiempo por todos los poros del cuerpo
social, tratando ciertamente de pensar en cubano. Algunos lo logran en cuanto
a la forma: el lenguaje es nuestro, los temas son nuestros, pero
habitualmente quedan más bien en la memoria de aquellos que reciben esos mensajes,
preguntas, sugerencias veladas, y casi siempre una admiración hacia quienes,
a partir de su arte, encontraron un
modo de decir que permite a muchos cubanos reconocerse en personajes,
situaciones o lances y hallar en ellos una especial y secreta solidaridad. Este modo de hacer es válido, constituye una
aproximación a la realidad como diagnóstico. Varela supo pensar así también,
pero llegaba más lejos, miraba hacia el futuro de la Patria y trataba de
preparar caminos, al modo de Juan el Bautista. La Misión Profética de la Iglesia. 14 Esta
es también tarea de la Iglesia. Aún cuando nos parece que no somos
escuchados, cuando la realidad parece ser ignorada, no sólo hay que
evidenciar lo que aparentemente se olvida o des-conoce, sino preparar además
caminos de futuro en las mentes y los corazones de nuestros hermanos, también
si, como el Bautista, tenemos la impresión de clamar en el desierto. Eso es
lo que intentó el Padre Varela. Esa es
siempre, en palabras del santo sacerdote, la misión de la Iglesia: “El
bien de los pueblos ha sido siempre el objeto de la Iglesia, no sólo en lo
espiritual sino también en lo temporal en cuanto dice relación a la paz y
mutua caridad, en una palabra, a la vida eterna que es la única felicidad”12. Independencia de la Iglesia en su misión. 15 La
Iglesia tiene su origen en Cristo. Cuando Jesús le dice a Simón Pedro: “Tú
eres piedra”, le anuncia al mismo tiempo a su apóstol y al mundo que es
Él, Cristo Jesús, quien establece y construye su Iglesia: “sobre esta
piedra EDIFICARÉ mi Iglesia”13. Es Cristo quien vive en su Iglesia y cada día y en
cada época la edifica, incorporando a su cuerpo, por la acción del Espíritu
Santo, a los hombres y mujeres que se adhieren a Él por la fe. 16 Escuchemos
cómo el Padre Varela describe a la
Iglesia en la segunda de las cartas a Elpidio: “La
Iglesia es el conjunto de los creyentes bautizados, que guiados por la luz de
la fe, unidos con el vínculo de la caridad, animados por la consoladora y
bien fundada esperanza y nutridos con los santos sacramentos, corren por la
senda de la virtud y de la paz hacia el centro de la felicidad, bajo el
eterno pastor que es Cristo y su vicario que es el Papa”14. Esta es la realidad de la Iglesia en el mundo y en
el seno de cada nación. La misión de
la Iglesia es, ante todo, el anuncio de Jesucristo con sus implicaciones éticas para la persona,
considerada en el ámbito de la familia y en el medio social y político. Éste
no es un derecho concedido a la Iglesia, sino que nace del mandato divino de
Jesús. “Vayan al mundo entero y anuncien el Evangelio”15.
17 Describe
también el Padre Varela las vicisitudes y las luchas de la Iglesia por
preservar su derecho de anunciar y extender el Reino de Dios. Usando el
vocabulario de su tiempo, Varela emplea la palabra “trono” para significar el
poder político y se expresa así: “La Iglesia...sólo espera del trono que
remueva todo obstáculo civil que pueda
oponerse a tan elevados fines: mas no depende del trono el que los consiga,
antes al contrario, a veces para conseguirlos se ve la Iglesia en la dura
necesidad de oponerse al trono para corregir sus demasías, como lo
hizo San Ambrosio con el Emperador Teodosio y lo
han hecho otros muchos santos prelados
...quiero sacarla (a la Iglesia) de una esclavitud en que no debe estar,
haciéndola juguete del trono, sólo por suponer que le debe su existencia”16.
En efecto, la Iglesia tiene su
origen en Dios, de ahí nacen los derechos inherentes a su misión divina, y
así el poder político no debe obstaculizar o impedir el anuncio del mensaje
de Cristo, que la Iglesia debe hacer utilizando incluso los medios actuales
de comunicación social, ni la labor educativa o caritativa de la Iglesia, ni
nada que tenga que ver con la misión propia que Dios le ha confiado. Es misión de la Iglesia sembrar esperanza. 18 Muchos
hermanos nuestros se vuelven a la Iglesia en Cuba pidiendo una palabra de
futuro, porque existe en el pueblo cubano un temor difuso y generalizado al
porvenir: ¿cómo se desenvolverán los acontecimientos en nuestra nación?,
¿habrá una mejoría de nuestras condiciones de vida?, ¿se alcanzará la
reconciliación entre todos los cubanos?, ¿podrá preservarse siempre entre
nosotros el bien superior de la Paz? Siempre son los mejores y los más
inquietos quienes manifiestan esta preocupación. 19 Faltan
en Cuba propuestas que levanten el ánimo y acrezcan la esperanza, que
susciten proyectos de vida personales y comunitarios donde brille un ideal
noble y alto en los que todos puedan sentirse implicados. Se siente la
ausencia de Varela y de Martí. No porque sus escritos y sus personas dejen de
ser conocidos y apreciados, sino porque no hemos estructurado nuestra vida
nacional según su espíritu. ¿Por qué haber acudido a otros pensadores
foráneos, incluso con rango de fundadores de escuelas de pensamiento y
acción, pero que en sus doctrinas, semillas de otros climas que no se dan en
esta tierra, no alcanzan la estatura
ética de Varela ni el acento amoroso de Martí? Si Varela o Martí no hubieran
sido nuestros habría que haber ido a buscarlos dondequiera que se hallaran,
pero son de aquí y ellos nos remiten, cada uno a su modo, a Jesucristo, a la
civilización cristiana que es la nuestra, donde brotó nuestra nación y se desarrolló nuestra cultura. Nuestra cultura es cristiana. 20 Los
sistemas de pensamiento, sean liberales o totalitarios, surgidos a raíz y
después de la revolución francesa, han condicionado desde entonces en mayor o
menor grado el poder político en occidente, teniendo en común su persistencia
en tratar de socavar la civilización cristiana cuando les parece que se opone
a sus programas. Para lograr este empeño comienzan por pretender que la fe religiosa es una
cuestión privada. Éste es el mejor modo de facilitar el proceso de des-cristianización,
pues la Iglesia es empujada fuera de la escena pública y de un modo u otro su
voz es silenciada o no escuchada. 21
Cuba es uno
de los países de la América hispana
que más ha sufrido esta devastación: el desmonte de las instituciones, el
barrido de las tradiciones, el borrado de la memoria colectiva, es decir, la
exclusión de todo cuanto posibilita una imprescindible continuidad cultural,
ha marcado la historia del siglo XX cubano. La familia, la primera amenazada: el divorcio. 22 Ya
en los años veinte del siglo pasado comenzaron a aprobarse en nuestro país leyes de divorcio cada vez
más concesivas, hasta hacer que el matrimonio hoy sea casi irrelevante, con
el con-siguiente debilitamiento de la familia y la pérdida progresiva de su
función social. Es frecuente encontrar hombres y mujeres con dos o tres
divorcios en su historia personal. Más de la mitad de los niños cubanos nacen
fuera del matrimonio. El derecho a la vida. 23 El
aborto se practicó abiertamente en Cuba desde la primera mitad del siglo XX.
No sólo fue La Habana lugar de casas de juego y de prostíbulos por aquel
entonces, sino sitio donde las extranjeras encontraban facilidades para
abortar. Esas facilidades, extendidas siempre más hasta nuestros días, han
creado una mentalidad abortista en buena parte de la población. A la
frecuente supresión de la vida en el seno materno (y el crecido número de
abortos es alarmante), se suma en Cuba la existencia de la pena de muerte y
el hecho de que se haya aplicado hasta hace muy poco tiempo. Se estructura
así en el pueblo cubano una concepción de la muerte como falsa solución a
muchos problemas. El desprecio a la vida trae además consigo la violencia incontenida que lleva a matar o agredir para robar o para
dirimir una querella. Aunque no se distingue el país por su alto índice de
criminalidad, puede estar configurándose poco a poco entre nosotros una
cultura de muerte, que suplanta la cultura sustentada por la civilización
cristiana, promotora del valor de la vida como don sagrado de Dios. El
derecho a la vida es obviamente el primero de los derechos del hombre, y se
salvaguarda plenamente este derecho por los servicios médicos que se prestan
a la población, pero también por la protección de la vida del ser humano
desde su concepción hasta la muerte natural. Cuba, cuida a tus familias. 24 Esta
fue la llamada que nos hizo el Papa Juan Pablo II a todos los cubanos en su
visita a nuestro País. La familia es la célula fundamental de la sociedad.
Esta definición que aparece en nuestro Código de Familia, se origina en la
Ley Natural. El ser humano y la familia donde él se integra, son anteriores
al estado. Este anterior no es un adjetivo indicador de tiempo, sino
de precedencia absoluta en el orden de las realidades existentes, lo cual
quiere decir que la familia está primero que el
Estado, que nunca se puede sacrificar el bien familiar porque el Estado así
lo exija, que el Estado está para servir a la familia y no al revés. 25 Esto
significa, además, que la familia es la primera responsable de la
alimentación de los hijos, de su educación, de su cuidado, sea en el orden
físico, moral o espiritual. Función del Estado es la de sostener
subsidiariamente a la familia y ayudarla a cumplir dignamente su propia
función. Los derechos de la familia. 26 El
Papa Juan Pablo II ha recordado al cuerpo diplomático acreditado ante la
Santa Sede en los primeros días de este año, la importancia de la Ley
Natural, que está en la base del derecho de gentes, del derecho internacional
y de todos los derechos, incluyendo los de la familia. La familia debe
conocer bien sus derechos naturales para que ocupe el lugar que le
corresponde en la sociedad: ni el Estado debe suplantar a la familia, ni la
familia actual, con el avance y la
complejidad del mundo, puede prescindir de la protección del Estado. Es normal,
además, que se creen otras organizaciones no estatales, sean económicas,
educacionales, deportivas, artísticas, religiosas, que ayuden a la familia en
su función educadora de los hijos según el deseo de los padres y con las
normales regulaciones legales del Estado. Este es un derecho de las familias,
del cual participa la Iglesia y que no debe ser impedido de ningún modo. El derecho de la familia a la educación de los
hijos. 27 En
ocasiones no basta que las familias conozcan sus derechos, pues los programas
estatales no están plenamente dentro del ordenamiento de la Ley Natural. Así
en Cuba, a determinada edad y dependiendo de los distintos lugares de
residencia, los padres de familia no tienen la opción de elegir para sus
hijos entre una escuela de régimen interno y otra de frecuencia diaria
viviendo el adolescente bajo el techo paterno; pues la única posibilidad que
tiene el menor para realizar sus estudios es en régimen de internado. Así
debe cursar el pre-universitario y en muchos casos
la enseñanza secundaria. 28 Para algunos muchachos y muchachas provenientes de
familias fraccionadas, con viviendas reducidas o inadecuadas, el internado
puede ser una solución, aunque a ellos no les guste. Pero aún siendo estos
casos lamentablemente numerosos, no son la regla general, pues un gran número
de familias y de adolescentes, incluso con condiciones habitacionales
deficientes, prefieren que los
menores realicen sus estudios en una escuela externa. 29 En
los casos de familias bien constituidas la permanencia de los adolescentes en
lugares lejanos fuera del hogar crea ante todo trastornos logísticos: suplir
la alimentación del hijo o la hija, ir a verlos cuando no tienen salida, ir a
buscarlos cada vez que van al médico, al dentista, etc. Y todo con grandes
dificultades de transporte. Pero existen además las preocupaciones de los
padres por el ambiente del internado donde viven sus hijos los años más
difíciles de la vida sin el acompañamiento amistoso de los padres, que son irreemplazables, y teniendo en muchos casos
profesores demasiado jóvenes, sin experiencia y sin una adecuada formación
ética. Escuchemos las advertencias del gran educador que fue el Padre Varela
sobre este período de la adolescencia: “... el poco tino al manejar a los
jóvenes en la edad más peligrosa de la vida es la causa de la desmoralización
de muchos17 ... la edad que propiamente podemos
llamar peligrosa es de quince a dieciocho años”18. Y
es precisamente esta etapa de la vida juvenil señalada por el Padre Varela la
que vive con frecuencia el adolescente cubano fuera del hogar. Los padres de
familia cubanos que se hallan ante esta situación sienten temor a
iniciaciones sexuales muy tempranas en unos y otras, a embarazos precoces, a
riñas con violencia, robos frecuentes, etc; cosas
todas que pueden ocurrir. El menor que no se ha visto implicado directamente
en situaciones de este género cambia en muchas ocasiones su carácter, sea por
vivir a la defensiva, sea por haber adoptado el estilo común para sobrevivir. 30 No
es la primera vez que me refiero a este grave problema, pero al recordar al
Padre Varela educador, considero que es oportuno insistir en darle una
adecuada solución, para bien de muchas familias habaneras y cubanas. Este es
un tema que siempre está presente en las reuniones del Movimiento Familiar
Cristiano, en el Consejo Pastoral, en la Unión de Mujeres Católicas; donde
aparece una y otra vez el normal reclamo de las familias de sus derechos
respecto a la educación de sus hijos. La educación católica. 31 Para
las familias católicas, que se ven forzadas a aceptar para sus hijos el único
modelo de educación existente, es causa de disgusto también que los domingos
en que no hay salida de la beca los muchachos y muchachas se queden sin la
celebración de la misa dominical o también que tengan que vivir los días de
la Semana Santa sin participar en los oficios sagrados, incluso a veces los
de Pascua de Resurrección. Afortunadamente el día de Navidad lo pasan ahora
con sus familias, gracias a la petición hecha por el Papa Juan Pablo II en
ocasión de su visita a Cuba. La ausencia de la escuela católica en Cuba es
siempre una espina en el corazón de la Iglesia. El cumplimiento de la Ley Natural en cuanto se
refiere a la libertad de los padres respecto a situaciones reales en la educación de sus hijos podría abrir
caminos de esperanza para muchas familias cubanas. Relaciones intrafamiliares. 32 Además
de los factores históricos y externos que afectan la vida familiar en Cuba,
hay otros factores intrafamiliares, relacionados con aquellos, que actúan
como condicionantes dentro de la familia misma. Citemos uno de gran
importancia, como es el desdibujamiento de la figura del padre de familia. Es frecuente
hoy la ausencia del padre, ausencia física o ausencia en la toma de decisiones,
en el ejercicio de la autoridad familiar, en la representatividad social de la familia. Los divorcios
numerosos y frecuentes y las uniones libres, que dejan a los niños al cuidado
de la mujer, hacen al hombre cada vez más irresponsable en el ámbito
familiar. 33 Que
la mujer tenga un papel en la sociedad y en la familia no significa que el
hombre pierda el suyo. Impulsar un cierto estilo reivindicativo por parte de
la mujer dentro del núcleo familiar, basado en su independencia económica,
conspira contra la complementariedad del esposo y la esposa en una tarea
común, como es la vida del hogar y la educación de los hijos. La figura del
padre se hace cada vez más desvaída: trabaja fuera del lugar donde vive, pasa
temporadas largas de estancia fuera del país, tiene varias ocupaciones que
absorben su tiempo, etc., o está, pero es como si no estuviera. La mamá es
quien lleva a los niños a la escuela, al médico, la que consigue el uniforme
escolar y los zapatos del niño, va a las reuniones de padres en la escuela,
que son más bien reuniones de madres. En Cuba se está instituyendo
progresivamente un matriarcado y la crisis del padre afecta de modo creciente
tanto al niño como a la niña y más tarde a los jóvenes. No conozco aún los
datos del último censo, pero será interesante saber el número de hogares en
Cuba que descansan sobre los hombros de una mujer sola. En esto ha tenido un
peso devastador el extraordinario número de divorcios y uniones “libres”. Las
perspectivas de futuro no son así halagüeñas, pues faltan paradigmas, modelos
que las nuevas generaciones puedan tener ante sí para inspirarse en ellos.
¿Cómo podrán mañana crear un hogar, organizar su vida familiar,
complementarse mutuamente en su amor de esposos y formar a sus hijos, si de niños y adolescentes
no vivieron nunca esa dulce experiencia en el hogar? Revertir estas
previsiones no es nada fácil, a menos que se cambien líneas actuales de
orientación para hacerlas más acordes con la Ley Natural y que la mal llamada
“educación sexual” sea reem-plazada
por una verdadera “educación para el amor”, que tenga integralmente en cuenta
al hombre y la mujer como personas diversas y complementarias y que facilite
una formación capaz de mostrar a los jóvenes la senda para alcanzar un ideal
y no la mecánica biológica para obtener placer “sin riesgos”. Acoger los hijos que Dios envía. 34 Los
esposos deben acoger la vida como un regalo maravilloso de Dios. Comprendo
los muchos obstáculos que las familias
encaran para su establecimiento y consolidación. El primero de todos, la
falta de una vivienda digna, aunque sencilla, donde crear un nuevo hogar. Ni
compartir el techo paterno de uno de los cónyuges, ni aplazar sin fecha el
matrimonio, manteniendo relaciones eventuales y viviendo separados, son
condiciones propicias para estrechar los lazos de amor conyugal que
posibiliten la alegre acogida de los hijos. Todos debemos sentirnos
cuestionados seriamente por esta situación que puede conducir a los esposos a
evitar a toda costa el nacimiento de un niño, acudiendo incluso al crimen del
aborto. 35 Pero
aún en la más dramática de las situaciones, les pido a los jóvenes esposos
que no caigan en el pecado horrendo de impedir el nacimiento de un niño amado
por Dios desde el mismo momento de su concepción. Pido a las familias que
acompañen comprensivamente y ayuden por todos los modos posibles a quienes se
ven en la tentación de segar una vida inocente en el seno materno. Deben
también los médicos, y todos los que se dedican al cuidado de la salud,
comprender lo que implica para la mujer un aborto, como acto contrario a la
vida, desde el punto de vista físico, psíquico, moral y espiritual y
desaconsejarlo siempre. La pobreza. 36 No
sólo los problemas relacionados con la vivienda, sino los que provienen de
los bajos ingresos familiares crean situaciones que hacen difícil la vida de
la familia. Aunque la escuela y los cuidados de salud son gratuitos, los
salarios no se ajustan en general al costo de la vida. Los profesionales,
empleados y obreros que no reciben ayuda económica de familiares o amigos que
viven en el extranjero se ven forzados a realizar algún tipo de actividad
laboral legal o ilegal simultánea a su trabajo, que les reporte algún
beneficio económico. ¡Cuánto esfuerzo, pero también cuánta zozobra, cuántos
temores y cuánta inquietud de conciencia, por ejemplo en aquellos que no
pueden pagar los altos impuestos para legitimar su limitada actividad! 37 Los
sacerdotes acogen con una frecuencia mayor que la esperada, las angustias de
la gente. ¿Es pecado actuar así cuando sentimos que los gastos sobrepasan
nuestras posibilidades en la economía
familiar?, preguntan los fieles. Comprendo estas graves preocupaciones y las
que nos cuentan las familias de los ancianos que son visitados por los
voluntarios de Cáritas o que vienen a nuestros
comedores alguna vez por semana, y por la gran cantidad de personas
necesitadas que tocan a nuestras puertas, y me pregunto y dejo la pregunta a
quienes deben responder: ¿no es posible reducir racionalmente los altos pagos
de impuestos para que lo ilegal se haga legal y desaparezcan muchas
zozobras?, ¿por qué no se puede dar un mayor margen de participación a la
iniciativa personal y familiar de forma legal y aún favorecer de modo
conveniente la laboriosidad y la creatividad de nuestro pueblo en la
agricultura, en las artes manuales, en servicios, en trabajos de diversa
índole, incluso asociándose varios legalmente para ganar dignamente su
sustento? Éste es el mejor modo de evitar la corrupción. 38
Existe un
problema ético en la distribución de la riqueza, ésta debe hacerse con
justicia. Pero se exige también una postura ética ante el hombre que es capaz
de enfrentar con su labor el déficit económico de su familia y no es apoyado
en su esfuerzo por lograrlo, sino que ve su actividad dificultada por
disposiciones restrictivas. ¿Debe ser forzosamente así? La solución más frecuente: irse de Cuba. 39 La
falta de confianza de muchos en una posibilidad de mayor holgura económica
sin sobresaltos y angustias los lleva a emigrar del país por cualquier vía.
Hoy se da cada vez más el caso de un miembro de la familia que emigra para
ayudar a sostener a los que deja atrás, sin mencionar los matrimonios,
divorcios, búsquedas de ciudadanía extranjera, invitaciones a viajar que no
tienen retorno, etc., como vías para irse de Cuba. La familia cubana se halla
duramente afectada por una emigración de contornos dramáticos que incluye el
riesgo de lanzarse al mar de cualquier modo para llegar a los Estados Unidos.
Es necesario que el cubano viva en un clima de confianza que le permita
pensar en un proyecto posible de vida personal y familiar y no pierda la
esperanza de poder alcanzar con serenidad un futuro mejor en su propia
Patria. La desesperanza es hoy la primera causa de emigración. La familia
cubana está gravemente dañada por el fraccionamiento que ella produce y la
emigración es también causa de sufrimientos para quienes la eligen o se ven
forzados a ella. Comprendo y comparto esta Cruz de tantos cubanos de aquí y
de otras partes del mundo. 40 No podemos
olvidar que el Padre Varela conoció en sí mismo la dureza del exilio, sufrida
hoy en mayor o menor grado por un buen número de cubanos que viven fuera de
su país. La Iglesia Católica en Cuba, pasando por encima de opciones
políticas y aún de enfrentamientos dolorosos, no cesa de recordar la unidad
en el amor que debe reinar entre todos los que somos hijos de esta tierra y
para ello acude siempre a la oración confiada a la Virgen de la Caridad,
Nuestra Madre, pidiéndole a Ella nos alcance del Señor el don de la
fraternidad entre los cubanos, que debe pasar, cuando sea necesario, por un
serio empeño de reconciliación. Amor misericordioso. 41 Es
propio del cristianismo una mirada misericordiosa sobre el conglomerado
humano y sobre cada hombre y cada mujer. Jesucristo, de cara a aquellos que
lo seguían en gran número, exclamó: “Siento pena de esta multitud porque
andan como ovejas que no tienen pastor”19.
No sólo debe ser la mirada del
Pastor y Obispo la que se fije con misericordia en la multitud, también la de
los gobernantes. Es hora ya de pasar del Estado justiciero, que exige
sacrificios y ajusta cuentas, al Estado misericordioso, dispuesto primero a
tender una mano compasiva antes que a ejercer controles y sancionar la
infracción. No me refiero aquí a la necesaria acción contra la delincuencia
homicida, el tráfico de drogas y todo cuanto corrompe o dañe al prójimo, sino
a una consideración del poder que dé espacio al amor y esto aún frente a
grandes males sociales; pues “no hace bien el que señala el daño y arde en
ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al
daño”20. Ese remedio blando es la misericordia. 42 Es
verdad que utilizo un lenguaje no frecuente dentro de los sistemas económicos
y políticos vigentes. Es el de la doctrina social de la Iglesia. No parecía
ser tampoco un lenguaje adecuado el de Varela, sacerdote, ni aún el de Martí,
político, con respecto a las ideas comunes de su tiempo; pero hay en ambos
patriotas el eco de las palabras de Jesús, que invitan siempre al amor y a la
comprensión, las mismas que escuchamos con admiración y no hemos puesto en
práctica. De ahí viene la crisis actual de la civilización occidental. En
ella sistemas materialistas antagónicos se han disputado la hegemonía, porque
gobernantes y gobernados no han tenido en cuenta la Carta Magna del Reino de
Dios promulgada por Jesús en el Sermón de la Montaña. Allí se establece que
del espíritu del hombre dependen su felicidad y la
marcha del mundo, no de la economía, no de las hazañas militares, no de la producción de bienes
materiales. El influjo saludable del Sermón de la Montaña se halla vivo en
Varela y también en Martí. Ellos no fueron materialistas, sino hombres de
espíritu. La esperanza que anuncia la Iglesia. 43 Como
hombres y mujeres de espíritu los invito a acoger el Código de Jesús para una
vida plena y feliz: (cf. Mat.5, 3-11). Dichosos los pobres, los espiritualmente pobres, ...no los suficientes y poderosos. Dichosos los que lloran, los que sufren, ...no los que triunfan. Dichosos los que son perseguidos por procurar la justicia, ...no los que procuran la justicia con mano dura. Dichosos los que trabajan por la Paz, ...no
quienes propugnan el odio de clases, de raza o de religión. Dichosos los que son perseguidos, calumniados, ...por decir estas cosas y vivirlas. El Sermón de la Montaña es una invitación de Jesús dirigida a lo mejor del ser humano. Es un llamado a sobrepasarnos, pero no en gestos o realizaciones grandiosas, sino en sencillez, en humildad. La acogida a esta propuesta requiere de parte nuestra un esfuerzo incesante por la virtud. Es así como toma cuerpo la ética cristiana, la misma que Félix Varela nos propone. La libertad. 44 Sólo
un hombre realmente libre puede hacer
la opción que lo lleve a una postura ética de este género. Por esta razón el
Padre Varela es un apasionado de la libertad del hombre. Él, que denunciara
la esclavitud como el gran mal moral de Cuba en el siglo XIX y murió deseando
ver a Cuba libre en el concierto de las naciones, fue en el Seminario San
Carlos, un educador de la libertad de cada cubano, empezando por sus
discípulos. ¿Qué otra cosa es, pues, enseñar a pensar? A sus alumnos de
filosofía los enseñó a pensar reflexivamente, no a memorizar. Su método
pedagógico consistía en hacer que el hombre, libre de todo condicionamiento,
encontrara la verdad que lleva dentro de sí mismo y con libertad de espíritu
se decidiera adherir a ella. Hay que educar a los cubanos para la libertad. 45 En
la educación de nuestros adolescentes y jóvenes cubanos es necesario volver
al método de Varela. Hay que educar a los jóvenes para la libertad, ellos
deben aprender a pensar. Hay demasiada memorización de hechos, de textos
históricos, de frases sacadas de contexto, y aún de consignas, pero falta
interiorización y capacidad de decisión para comprender y asumir lo que las
palabras dicen. Repetición y aceptación pasiva de lo memorizado es ideología,
descubrir y ejercitar la facultad reflexiva para tomar decisiones es pensar. La
posibilidad de asumir una postura ética depende de la libertad primordial de
cada ser humano, que nosotros tenemos el deber de educar, pues se trata del
don más preciado de Dios al hombre, el que lo constituye como tal, el que lo
hace diferente a todos los seres vivos condicionados por leyes biológicas e
instintos. Las leyes civiles deben garantizar la libertad, pero no proviene
la libertad de las leyes civiles: el hombre es libre porque así lo ha creado
Dios. Por esto el respeto a la libertad es sagrado. “La independencia y
libertad nacional son hijas de la libertad individual”21. 46 En
nuestras catequesis, en los encuentros de reflexión de jóvenes y adultos
debemos utilizar el método de Varela para educar a los fieles cristianos en
la libertad verdadera de los hijos de Dios. 47 Estamos
conmemorando los 150 años de la muerte del Padre Varela, que encuentra en su
partida un relevo en José Martí, nacido el mismo año de su muerte. Los
recordamos juntos porque ambos fueron luchadores no sólo por la libertad de
Cuba, sino por la libertad del hombre. Sólo hombres libres pueden construir
la Patria libre que uno y otro soñaron. Rindamos al Padre Varela en este aniversario de su muerte el
homenaje de un corazón libre, que busque incesantemente la verdad en el amor
para obrar el bien en favor de nuestros hermanos, de la familia y de la
Patria. Conclusión. 48 Los
invito también en este aniversario a que tengan una oración constante para
que el Padre Félix Varela, al ser beatificado por la Iglesia, brille como modelo
de santidad en Cuba y en toda la América del Norte y del Sur, y a los jóvenes
que sientan latir en sus corazones esa inquietud que experimentara el joven
Varela por “salvar almas”22, les pido que se pregunten ante Jesucristo si Dios
los llama a seguir al Padre Félix Varela por el camino luminoso del
sacerdocio. Muchos cubanos pueden estar esperando la respuesta de varios de
ustedes. 49 Confiémosle
al Siervo de Dios íntimamente, cada uno de nosotros, nuestra Patria, su futuro y aquel programa
que el Papa trazó a la Iglesia en Cuba, en su visita de hace cinco años, para
apoyar a los jóvenes, cuidar a las familias y convocar a nuestro pueblo a la
esperanza. 50 Queridos
hermanos y hermanas: Pongo esta carta en sus manos después de haberla escrito
bajo la mirada dulce y serena de la Virgen de la Caridad del Cobre a quien
confío sus frutos en el corazón de sus hijos cubanos, el más grande de todos,
que su Hijo, Nuestro Salvador Jesucristo, sea conocido, amado y descubierto
por el pueblo cubano como su grande y definitiva Esperanza. Los bendice con afecto su Obispo, Cardenal Jaime Ortega Alamino Arzobispo de La Habana Notas: 1 José Ignacio
Rodríguez. “Vida del Presbítero Don Félix Varela”. Imprenta “O novo mundo”,
Nueva York, 1878, página 404. 2 Padre Félix Varela.
“Cartas a Elpidio: Sobre la impiedad”, Carta
Segunda. Ediciones de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC),
1996, página 58. 3 Ibíd., página 49. 4 Ibíd., página 60. 5 Padre Félix Varela,
Obra citada, Carta Sexta, página 182. 6 Padre Félix Varela,
Obra citada, Carta Segunda, página 33. 7 José Martí. “Obras
Completas”: II -Notas en Cuaderno de Trabajo: Amor. Editorial Lex, La Habana, 1946. Tomo II, página 1674. 8 Padre Félix Varela. Obra citada,
Carta Segunda, página 64. 9 Ibíd., página 18. 10 Ibíd., página 182. 11 Evangelio de San Juan (Jn.
8,32). 12 Padre Félix Varela.
Obra citada, Carta Sexta, página 175. 13 Evangelio de San Mateo (Mt.
16,18). 14 Padre Félix Varela.
“Cartas a Elpidio: Sobre la superstición”. Carta
Segunda. Ediciones de la COCC, 1996, página 55. 15 Mt.
28,18. 16 Padre Félix Varela.
Obra citada, página 56. Teodosio I, el Grande
(378-395), emperador cristiano y protector del cristianismo. En el año 390,
cuando turbas reunidas en Tesalónica dieron muerte al representante imperial,
Teodosio ordenó la represalia, provocando la muerte
de miles de personas. Al conocer este hecho, Ambrosio, obispo de Milán, le
impuso al emperador una severa penitencia pública y le prohibió asistir a los
oficios litúrgicos. Ocho meses duró la penitencia del emperador arrepentido,
alejado de la comunidad cristiana y sin usar ninguna insignia imperial, hasta
que el propio Ambrosio le dio la paz. 17 Padre Félix Varela.
“Cartas a Elpidio: Sobre la impiedad”. Carta
Cuarta, página 112. 18 Ibíd., página 117. 19 Evangelio de San Marcos
(Mc. 6,34). 20 José Martí. “Obras
Completas”: Escenas norteamericanas:1883, Cartas
de Martí. Tomo I, página 1517. 21 Padre Félix Varela.
“Escritos políticos”. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1977, página
41. 22 José
Ignacio Rodríguez. Obra citada, página 6. |
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